febrero 02, 2013

Meditaciones Seráficas III, extracto


El Reino de los Ángeles
también tiene sus delicias
y la realidad de los Maestros Ascendidos
espera el vuelo de las Almas
que ansían romper los lazos
de la desesperanza
que despojan al mundo de los prodigios
del Radiante Designio Divino:
Atrapado penosamente en la trama de ritos,
plegarias y dogmas
pero tan hermosamente guardado
en Llama vibrante de Triple Divino deleite:
Amor, Sabiduría y Poder
dentro del Corazón y Alma.

Y ahora, mientras espero la expansión
del gran mundo macrocósmico
dentro del reino microcósmico del Ser,
veo que, nacido en mí, está el poder
de la expansión ilimitada
en todo momento.
¡Oh, Dios!
te agradezco las horas de resplandor
que llegan formadas por minucias,
minutos, segundos y micropausas,
mientras la Mente se vuelve
para registrar por siempre
Tus inmortales Leyes.


¿Qué es esta Puerta perlada
ante la cual Me encuentro?
¿Se trata de un reino de quimera
donde acecha una banda oscura?
No, porque el Rostro que ahora
con claridad veo,
atisbando tras la Puerta Abierta,
es el Rostro de un Ángel que conocí
mucho tiempo atrás.


Mis pensamientos se deslizaron
por el canal de la finitud y toda la luz
de la esperanza se desvaneció…
La soga rompí y el temor
de la gélida desolación me sobrecogió
hasta que Me vi completamente envuelto
por las cuerdas de la ilusión
y las vanidades.

Ahora nuevamente Me elevo,
vibrando hacia los Cielos, donde Dios
y el Hogar como Fuegos de Amor
relucen rumbos renovadores
que Ascienden las Divinas Fuentes.

Mi Alma empieza otra vez a subir
por la escalera donde llega
cada significado, delicado,
suave, puro…
Y Me hace saber
que el Plan seguro de Dios
Me sostendrá cuando el mundo
parezca ir al desastre.

Porque después de todo
solo hay un Gran Corazón
que hace latir el Nuestro,
y Nosotros hemos de elevarnos
a más Bellos Reinos,
donde nos pongamos a tono, a uno,
con lo que en Verdad Vive,
pues el Paraíso es la Vida que otorga
la nobleza de los esfuerzos justos
para contrarrestar el concepto de polvo
del que Dios hizo esperanzado una Alma
viva y por entre el vaho fragante
revela la meta del Paraíso venidero.


Vuestro en el Nombre de la Magnificente Llama Divina, el Capitán de las Huestes Seráficas,
Justinius.